Categoria: Español

Como dice el viejo refrán : A donde fueres, haz lo que vieres. Tan pronto llegué al Amazonas brasileño decidí entregarme al debubuismo. Este término es utilizado en las comunidades ribereñas y refleja el estado de devaneo de quién flota en el río o disfruta tendido en su hamaca, acompañando el oleaje de pensamientos y los signos que bañan estas tierras. Me dejé llevar por la ensoñación, solté los remos y navegué río abajo.
Inés Huergo, Hélène Minoux y Martina Panelli pensaron Cometa como un espacio de programación itinerante. Situado ahora en un pequeño local en el 20eme (11 rue Saint Blaise, 75020) Cometa recibe artistas de todas partes del mundo. Cada semana algo nuevo sucede, ya sea en el ámbito de las artes visuales, la música, la literatura,o el cine.
El bolsillo del muerto es la primera muestra de Sebastián Cabrera (Lima, 1982) en París y tiene lugar en Aparador Saint Martin, espacio independiente de difusión de arte contemporáneo llevado adelante por Tadeo Bellatin desde septiembre de 2022. Las pinturas de Cabrera, distribuidas en distintas partes del aparador ofrecen primero una presencia tranquila, casi armónica que logra convivir con todo lo que la rodea sin dejar de traer preguntas.
La transmisión del deseo tiene su origen en las cuevas neolíticas. El anhelo de debilitar al animal previo a la caza fue el génesis de todas las prácticas rituales que el humano ha construido para comunicar al entorno sus necesidades, pedidos y preocupaciones. Algunas sociedades hemos sobrevivido al desarrollo occidental y aún nos encontramos en contacto con esta dimensión.
En la muestra What Matters organizada por la galería Neoramart durante octubre de este año en París, las esculturas de Ana Kazaroff se distribuyen en distintas partes del espacio y cada una parece contener una pista para acercarse a la otra, cómo si fueran parte de un engranaje que se intenta completar.
En Julio, el espacio de producción y difusión de arte, que lleva adelante con Constanza Piaggio en el 20ème de Paris, Maria Ibáñez Lago repasa las diferentes flores y plantas que aparecen en sus trabajos. El bordado se funde con el fondo, hay algo alegre que resiste. A partir de listas rojas, que son listas de especies vegetales y animales en vías de extinción en Francia, realiza estandartes. Sobre la tela impresa, el bordado funciona como detenimiento y diálogo, un intercambio con el afuera.
Busqué una carta que ella me había escrito para un cumpleaños y la puse junto a otros objetos en una mesa baja. Fotografías, piedras, cadenitas, flores logran encajar y volverse una superficie que me alivia y puedo ver. A veces los reordeno, el lugar de cada uno tiene un sentido y aunque no logro adivinarlo quiero que permanezca así. La creación de un altar o una especie de altar se vuelve un acto instintivo como si fuera darle cuerpo a una meditación que la necesita. O la necesidad es que esas ideas se detengan en algún lugar y no desaparezcan. Pueden reposar, dar vueltas, encarnarse en esa materia.
Podríamos excusarlo diciendo que el pincel de Reni siempre fue demasiado elegante, demasiado clásico para el alboroto, pero sospechamos algo más: es la pintura misma la que nunca tuvo predilección por nuestras contorsiones indignas, por el desborde facial de nuestras pasiones o, en sentido opuesto, por nuestros gestos más tontos, fugaces y banales. No ignoramos los numerosos ejemplos de lo contrario, las logradas representaciones de la cólera o la congoja; no ignoramos que la una y sobre todo la otra tengan un lugar destacado en la iconografía occidental, pero eso no quita que pintura y escultura hayan dado a nuestras facciones una plasticidad más bien acotada y a menudo difícil.
La pintura de Tilsa Tsuchiya es una pintura extraña, onírica, con formas que se elevan sin peso. Con colores que recuerdan la tierra, el gras, un celaje… al principio de niña me asustaba. Me decían: es surrealista y rara. Había mucho de lo pre-colombino también en esas formas mitad humanas mitad animales… A los niños les fascinan los seres híbridos, los monstruos pero también les dan pesadillas y escalofríos.
La ficción de subjetividades está siendo impulsada por algoritmos, bots y la creciente explotación de datos – en que las empresas nos imaginan a partir de nuestros léxicos y clics – hasta que las identidades humanas y su quehacer parecen meros engranajes de esa maquinaria digital. Estas ficciones algorítmicas, promesas de futuro, ocupan hoy el rol que podía tener en el siglo XIX Madame Bovary en la narrativa francesa. Son nuestro nuevo realismo, uno en que ocupamos el lugar de personaje imaginado.