Para torcer las varas hay un pie que pisa, un brazo que engancha, una mano que anuda, una espalda que sufre, una cara que mira con destreza. Cada vez que lo logra, siente que libera de la esclavitud de la trama a un mimbre que pudo ser cesto, repisa, lámpara o pajarito.
Para protegerlas del entorno, construye penachos con palos de fósforo. Primero les retira el mineral con un cuchillo afilado. Luego, a cambio de dispensarlos de tener que inmolarse por unos segundos de luz y calor, los encaja para siempre con la ayuda de un dremel.
Sus varas sugieren una trama que en los muros se transforma en cuadrícula, pentagrama, libreta de notas, hoja de croquis o papel de cálculo; sobre estas superficies se asoma una traducción pastosa de un apunte o de un boceto hecho al pasar. El dibujo se cree pintura. La escritura, imagen. El pino, mimbre. El negro, blanco. La demora, diligencia.
En esta sala nada es lo que parece ni hace lo que le corresponde.
Vicente Fuenzalida Lafourcade, “Escorpiones y lagartos”, Galería Piso 2, Sala de proyectos
Dardo. 14 de junio al 14 de julio de 2024, Santiago de Chile