Me pregunto qué significa una casa, eso que los griegos llaman domicilio: el sitio al que se regresa después de un largo periplo. Visto así, el viaje es condición necesaria para tener un espacio propio. Serán la nostalgia o el hastío las emociones que forjen el camino de vuelta.
Me recuerdo en Budapest, en un cuarto de hotel, cuando la euforia impide el sueño.
La escritura no puede paliar el insomnio porque me conformo con la idea o con la certeza de una escritura futura. Si me hubiera sido posible, habría señalado entonces la comparación entre los viajes y el acto de escribir.