Dominga Sotomayor cuenta que no sabía bien qué eran las turberas hasta que tuvo la oportunidad de trabajar en el proyecto Turba Tol junto a los artistas Ariel Bustamante, Carla Macchiavello y Alfredo Thiermann. Con la curaduría de Camila Marambio, se presenta ahora en el pabellón chileno de la Bienal de Venecia. Como humedales, como pantanos de musgo que guardan restos y recuerdos en sus diferentes capas, su participación en esta obra consistió en adentrarse en una de ellas y filmar ese paisaje subterráneo. La ficción tiene que ver con pensar una vista invisible, imaginar qué hay debajo de una turbera, dice. Todo lo que se preserva en sus diferentes capas, todo lo que esta contenido, a su vez, de pasado. Trabajó con una cámara de realidad virtual a 360 grados y la película de ese descenso se proyecta sobre una pantalla biodegradable, casi transparente, hecha de colágeno y algas. La imagen ya existía en esta pantalla, piensa. De este proceso rescata especialmente trabajar con un material transitorio que pronto volverá a la tierra y luego desaparecerá.