Escorpiones y lagartos
Para torcer las varas hay un pie que pisa, un brazo que engancha, una mano que anuda, una espalda que sufre, una cara que mira con destreza. Cada vez que lo logra, siente que libera de la esclavitud de la trama a un mimbre que pudo ser cesto, repisa, lámpara o pajarito.